martes, 18 de diciembre de 2007

Las posibilidades de que falle la obra existen.


Aparece este artículo donde los ingenieros de la CFE comentan que esta obra es primeriza y nadie sabe como va a reaccionar: no saben si el agua pasa controladamente por el canal o a raudales. Habrá deslaves, dicen. Han cerrado el paso a la prensa y solo sus cámaras estarán de cerca para filmar el evento. Otros dicen que el agua circulará ordenadamente por el canal sin tener la plena seguridad que así será. Solo se basan en cálculos porque no hay precedentes.

La realidad es que nadie sabe lo que pasará.

Aqui esta la nota del Universal:

JUAN DE GRIJALVA, Chis.— Es la reparación de un accidente geográfico que hizo recorrer una montaña 4 kilómetros de su sitio original en 15 minutos, enterró a una comunidad a 100 metros de profundidad y estancó 4 millones de metros cúbicos de agua de la presa Malpaso.

La obra culminará hoy a las ocho de la mañana. El agua desfogará a paso lento por un canal de 800 metros. La corriente empezará a fluir por en medio de dos cerros de 96 metros de alto con todas las posibilidades de que se derrumben, pues el agua no pasará por dos paredes firmes hechas de concreto, sino por dos cerros con tierra arcillosa, floja y endeble.

Las posibilidades de que falle la obra existen. Lo que llevó a expertos de las comisiones Nacional del Agua (Conagua) y Federal de Electricidad (CFE) 44 días en construir puede no funcionar como lo planearon, pero los ingenieros que coordinan a 800 trabajadores dicen que está controlada, aunque no niegan que esta construcción es primeriza.

Por eso mandaron a evacuar a 3 mil 500 personas de 16 comunidades (luego se extendieron a 33) cercanas donde el río puede subir y con ello el agua llegarles hasta el cuello.

Por eso, ambas dependencias amenazan a representantes de la prensa que cubre el evento que de salirse del mirador —a unos 300 metros de la obra— que les construyeron para sus cámaras, serán suspendidos del destape.

Nadie sabe si el agua entrará a chorros o de forma controlada. Por mientras, las máquinas serán retiradas, porque el agua las puede arrastrar y un buen porcentaje de los 800 trabajadores verán la culminación de su obra sólo por televisión.

Arduo trabajo

“Se trata de reducir riesgos y eso es porque la tierra puede erosionar o no. No lo sabemos. No queremos que se acerque nadie porque habrá deslaves, eso sí es seguro, aunque pequeños”, dice Guillermo García Archilla, ingeniero de la CFE y coordinador de la obra.

Hacer el canal de desagüe ha costado 152 mil 200 horas-camión y no cualquier camión, pues se trata de 120 Unimog, máquinas alemanas todo terreno, que han transportado desde combustible y material hasta cientos de kilos de carne para preparar 3 mil platillos diarios para 800 personas.

Construir un canal por donde el agua se desfogue ha sido tarea difícil. Hay trabajadores de todo el país. Lo mismo obreros de Acapulco, Guerrero, que de Veracruz, Veracruz.

Aquí están todos los camiones Unimos de la CFE, son de rin gigante y capaces de subir y bajar sin que se resbalen; también hay médicos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) vigilando la higiene de los alimentos, 20 ingenieros coordinadores de la obra, 400 obreros, secretarias, contadores, administradores y hasta 10 videoastas haciendo un documental pagado por la CFE.

Es la primera vez que la CFE construye un canal en estas condiciones. También la primera que hace oficinas de madera inclinadas en medio de tierra ablandada por el agua. Que montan un arbolito de Navidad con focos rojos y amarillos en medio de un deslave, que trabajan con el lodo hasta las rodillas y que comen tamales y cantaron las mañanitas con mariachi, en medio de la nada, a la Virgen de Guadalupe el pasado 12 de diciembre.

La incertidumbre existe. La obra es única, tanto, que donde hubo sólo cerros ahora hay un estacionamiento, un camino de lodo de varios kilómetros, dos comedores, un campamento para 400 personas, 120 camiones Unimog, otros tantos de CFE, lanchas transportadoras de personal y un ejército de personas que espera que nada falle y que el agua río arriba tome su cauce hacia la presa Peñitas, aunque no sea de manera natural.

Así se tuvo que reparar el accidente geográfico generado en este municipio de Ostuacán, el pasado 4 de noviembre, cuando el cerro se deslizó cuatro kilómetros sobre el poblado Juan de Grijalva y parte del lecho del río Grijalva.

Esperemos que no pase a mayores. De cualquier manera la gente de las márgenes de los ríos afectados (Samaria y Carrizal) ya fue desalojada en su mayoría. Si el torrente se hace venir de manera imprevista, cuando menos las vidas estarán a salvo.

¡Seguimos adelante!





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