Por el insigne famosísimo escritor Agustín el charro mojado de la sabana
Este año Tabasco se quedará sin navidad. Sin la otrora alegría de años anteriores en que brillaban millones de foquitos por toda la ciudad.
Casi no hay árboles navideños ni nacimientos, algunos cuántos tímidamente asoman traslucidos por entre las ventanas de algunas casas tristes. Casas tristes, grises o de colores indefinidos porque no están pintadas, están manchadas por el lodo y el polvo, solo resalta agresivamente las marcas del agua con una raya oscura que marcó el nivel que alcanzó.
Miles y miles de hogares no tendrán estos adornos multicolores, ni nacimientos, ni musgo, ni nada, solo espacios vacíos, muy vacíos de todo, porque lo perdieron todo, hasta del ánimo navideño. Se extrañará el olor exquisito de los pinos y de los cánticos y villancicos navideños.
En las calles de la capital casi no hay exhibición de estos arbolitos, flores de nochebuena, esferas, luces y adornos propios de diciembre, hay muy pocos en algunas esquinas. Poca gente tiene con qué pagarlos, muy poca gente, incluso los de la clase media alta que también sufrieron los embates agresivos de la corriente. Aquí ya no hay glamour, el que había, se lo llevó el río Grijalva.
La economía quedó muy deteriorada y no da para mucho, casi para nada, solo para medio comer.
Más de 18 mil empresarios lo perdieron todo o casi todo, no tienen con que pagar ni siquiera aguinaldos. El ánimo está por los suelos, lloran de impotencia, de coraje. Lo vivo a diario, los escucho y se me llenan los ojos de lágrimas al ver las lágrimas de ellos. Recibo a diario a muchos pequeños empresarios afectados para atenderles en la integración de su expediente para que se les otorguen créditos “blandos” que el gobierno les ofrece para resarcirse, a cambio de conformismo y de silencio para que nadie sea investigado por el terrible suceso.
Si estos empresarios lloran, cuantimás sus pobres empleados que no tienen la menor posibilidad de recibir sus pagos atrasados, hasta el año entrante, tal vez, si bien les va, a finales de enero. El fondo de desempleo terminó antes de haber empezado, y el que alzó la voz lo garrotearon y lo metieron a la cárcel por alborotador.
Una señora de 75 años me dijo llorando: “Tengo 35 años con mi negocio que me daba muy bien para vivir y pagar todas mis cuentas, y ahora, no tengo ni para pagar a mis dos empleados, ni la renta, ni nada, me he quedado en la miseria. He tenido que vender mi automóvil para poder pagar a mis proveedores y liquidar a mis dos empleados, y lo que me ofrece el gobierno es crédito. Ni disculpas ni justificaciones me han dado porque no creo que la lluvia haya sido la causante, soy tabasqueña y he vivido aquí toda mi vida, así que no me digan que fue la luna o el calentamiento global. Alguien tiene que pagar por esto, no es justo”.
Otro señor perdió su casa y su negocio, no pudo sacar nada de ambos lugares, solo lo que llevaba puesto. Pero a él no le van a dar ni siquiera crédito porque no tiene registro federal de causantes. Tenía un pequeño taller de herrería. Él, su esposa y tres pequeñitos se han quedado sin patrimonio., sin nada, ahora hacen cola a diario de 4 horas en la Quinta Grijalva para poder recibir una despensa familiar.
Y así, cientos de historias tristes, solo en espera de que sean atendidos con créditos para volver a empezar; pero con un mal comienzo, debiéndole hasta la camisa a un banco.
Santa Claus y los Reyes magos no podrán venir a muchos hogares de Tabasco, se quedaron si presupuesto. Habrá miles de pequeñitos que no recibirán ni un carrito de plástico, porque todo se lo llevó el agua o, porque se perdió el empleo o, la fuente de trabajo de sus progenitores, y el poco dinero que quede se va a invertir en adquirir otros artículos prioritarios o, simplemente, en comida.
Hoy escuché en la radio a unos pequeñines de una escuela pre primaria de “Las Gaviotas” que los comunicó su maestra por teléfono para decirle al locutor que por favor les lleven un carrito azul de plástico, aunque sea uno chiquito, no importa, y para su hermanito también, porque saben que Los Reyes no vendrán este año. Quizás, hasta el año que entra.
Esto me entristeció hasta la médula. Mi ánimo está al igual que mucha gente de este noble pueblo al que la corrupción y el cinismo han puesto de rodillas.
“Tabasco está de Píe” rezan infinidad de letreros por todas partes de la ciudad, pero Tabasco no está de pie, TABASCO ESTÁ DE CABEZA.
Y si, sin duda, se espera una muy triste navidad en Tabasco.
Agustín
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Agradecemos a nuestros lectores los correos que nos envian y deseamos, que a pesar de todo, este fin de año pueda reinar la UNIDAD entre las familias tabasqueñas.
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